Carta de México, 1976

CARTA DE MÉXICO EN DEFENSA DEL PATRIMONIO CULTURAL

El proceso mundial en curso presenta dos tendencias generales mutuamente opuestas
cuya comprensión es de importancia crucial para la defensa de los valores humanos,
tales son:
En primer lugar, : una tendencia homogeneizadora que amenaza uniformar los modos de


ser, de hacer y de sentir de todos los pueblos de la Tierra, con la consecuente pérdida
de las características distintivas que los singularizan y les permiten expresarse a través
de la creatividad propia.


En segundo lugar, una tendencia diversificadora, que apenas empieza a manifestarse a
través de la creciente resistencia de los pueblos oprimidos a su avasallamiento cultural.
Frente a estas fuerzas en conflicto, cumple señalar que el patrimonio cultural humano
comprende tanto las creaciones heredadas del pasado, que deben ser identificadas,
defendidas y preservadas, y también principalmente la protección de la herencia viva de
técnicas tradicionales, habilidades artísticas, de sensibilidades estéticas, de creencias y
comprensiones a través de las cuales los pueblos actuales se expresan.


En el plano cultural, es aterradora, la amenaza de que sólo entreguemos a nuestros
nietos bodegas museológicas llenas de las creaciones de nuestros abuelos. Es decir, que
por la acción destructiva directa y por inacción en la defensa de los requisitos necesarios
para el ejercicio de la creatividad, privemos de la herencia a nuestros sucesores de lo que
el hombre tiene de más noble: su capacidad de rehacerse a sí mismo en libertad y de la
capacidad de expresarse en múltiples formas.


Esta amenaza no es una quimera, toda vez que se concreta tanto por la acción de
diversos medios modernos de comunicación de amplitud mundial que erosionan las
energías creativas locales de todos los pueblos como por la explotación de su trabajo y la
mercantilización del turismo, además de otras formas de agresión que avasallan y
corrompen las comunidades humanas más creativas.


Nuestra esperanza de que la creatividad humana se salve, reside tan sólo en las referidas
resistencias que empiezan a esbozarse en los pueblos dominados. Pero estas esperanzas
sólo podrán florecer si los estados por fin admiten que el interés de sus pueblos no está
en la homogeneización, sino en aceptar la pluralidad de culturas dentro del contexto de
la nación.


Considerando que diversos organismos, nacionales e internacionales, han venido
pronunciándose por la salvaguarda del patrimonio cultural con la debida conciencia del
peligro en que se encuentra, sentimos la necesidad de ampliar y enriquecer estos
enunciados, incorporando a esta salvaguarda todos los productos de la creatividad
humana. Identificamos al patrimonio cultural de un país en el conjunto de los productos
artísticos, artesanales y técnicos; de las expresiones literarias lingüísticas y musicales;
de los usos y costumbres de todos los pueblos y grupos étnicos, del pasado y del
presente y reivindicamos la necesidad y la urgencia de aplicar una política social y
cultural que tienda a reconocer y salvaguardar dicho patrimonio en todos sus aspectos.


Por tanto es vital reconocer que para el propio desarrollo nacional autónomo es
indispensable:


Primero, defender las condiciones de creatividad de cada comunidad humana
diferenciada.


Segundo, colocar al servicio de dicha pluralidad necesaria todos los recursos que ofrecen
la tecnología moderna de comunicación de masas, en lugar de permitir que ésta siga
actuando como factor de pérdida de identidad cultural.


Tercero, comprender que es indispensable incluir en todos los programas de desarrollo
nacional y regional una preocupación activa por la defensa del patrimonio cultural,
representado tanto por las creaciones heredadas del pasado, como por el legado de
talentos y capacidades creativas en las poblaciones vivientes.


Cuarto, que los países de composición multiétnica deben reconocerse orgullosamente
como tales y estructurarse de formo que no se ejerza opresión sobre los pueblos que los
integran.


Quinto, asegurar a todas las comunidades étnicas el pleno derecho al uso y cultivo de
su propio idioma, instrumentándolas para que sean capaces de escribirlo y expresarse en
él.


Sexto, garantizar a cada una de las comunidades los medios de conservar y, desarrollar
en libertad, su patrimonio cultural y defenderlo contra las presiones deformadoras de la
mercantilización del turismo y de otras formas de agresión.


Séptimo, reconocer que las realizaciones de los pueblos están íntimamente vinculadas a
esas percepciones y relaciones específicas con la naturaleza y que en consecuencia, ésta
también integra el patrimonio cultural de la humanidad, siendo indispensable que las
políticas de desarrollo no limiten o destruyan la posibilidad de estas formas de usos
racionales del ambiente.


Con el objeto de lograr una más adecuada y completa defensa del patrimonio cultural y
en garantía de su supervivencia y vitalidad, es de fundamental importancia la toma de
conciencia por parte de las propias comunidades del valor de su tradición cultural. Esto
sólo se puede obtener a través de un progresivo y siempre más hondo conocimiento del
carácter y de los elementos constitutivos del patrimonio mismo, mediante una
investigación continua que comprometa la participación de la propia población local. Es
también indispensable que esta documentación y sus resultados sean devueltos a la
comunidad como un instrumento de defensa de la autenticidad y protección de su
patrimonio.


México 12 de agosto de 1976